El hombre común no ha logrado progresar en ningún sentido; más bien todo lo contrario, se ha degradado tanto y se ha vuelto tan estúpido y tan débil que resulta insoportable.
El hombre común pretende ser tenido en cuenta, considerado, asistido, pero no se esfuerza para salir de la ignorancia ni de la sugestión en la que -alegremente y por propia elección- se sumerge.
Por propia decisión no contribuye ni a la cultura ni a la civilización. No respeta ni observa valores.
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